«En un mundo en el que todos vamos a viajar de una manera cada vez más sostenible, y así será durante los próximos 20 o 30 años, la clave es la causa. Enfocarse a un propósito. Ir a un lugar por el hecho de que esta acción va a ser positiva para el mundo. El turismo, así concebido, puede ser una plataforma win-win, como ocurre en las empresas, ganas tú y gano yo. Pero ha emergido un tercer win a una velocidad enorme, y es que ganas tú, gano yo y también gana el mundo. La construcción de un propósito no tangible es nuestro empeño de futuro en la experiencia del viaje. Nuestro propósito después de la pandemia consiste en hacer un mundo mejor».
Con esta reflexión iniciamos ayer, 7 de julio, una serie de diálogos virtuales emitidos en directo por YouTube, a partir de los cuales iremos desgranando mes a mes los dilemas del turismo futuro, siempre desde la visión de un personaje invitado totalmente ajeno al gremio turístico. Esta iniciativa pretende ser una bocanada de aire fresco, con ideas y propósitos disruptivos (out-of-the-box), que nos ayuden a entender qué está sucediendo desde nuestra fragilidad humana y cómo afrontar la construcción de una década tan compleja en la que vamos a protagonizar grandes cambios tecnológicos, sociales, culturales y, probablemente, políticos.
El primer invitado de esta serie titulada DILEMAS ha sido Carlos Barrabés, un referente de primera fila en Europa en materia de innovación y startups, pionero en el comercio electrónico en España y alma mater de un grupo empresarial con tiendas de material deportivo, consultoría estratégica, inteligencia de negocios, soluciones de marketing digital e internacionalización de pymes, además de amigo personal desde hace varias décadas.
Barrabés ha evolucionado desde la tecnología hasta el ambientalismo, quizá porque sin innovaciones tecnológicas es imposible afrontar de un modo sostenible el desarrollo humano al ritmo de crecimiento demográfico que ha soportado en el último siglo. El turismo, como motor fundamental de estos progresos, no puede seguir avanzando sin poner en cuestión sus potencialidades y sus debilidades.
Como se observa en la grabación de esta sesión, el diálogo fluyó desde el principio por serendipia a partir de un guión con preguntas y cuestionamientos mutuos, cuya única exigencia era desviarse de él y romper lo reglamentado, porque solo de esta manera puede fluir libremente una conversación con causa.
El guión, el punto de partida de lo que pudo ser y no ha sido, lo hemos confeccionado a medias, Carlos Barrabés y quien esto firma:
(1) GEOESTRATEGIA
FG: Con el coronavirus nos hemos dado cuenta de que la Humanidad es vulnerable. Somos frágiles. Y, como dice Nassim Taleb, no debemos ser robustos, sino antifrágiles. El mundo ha dado ahora muestras de su vulnerabilidad geopolítica. Incluso la UE. No ha habido una autoridad sanitaria mundial, pero tampoco ningún país ha sido 100% eficiente. Son las grandes corporaciones tecnológicas, más aún que las energéticas y las alimentarias, las únicas entidades con escala global. Pero no los gobiernos, cuyo poder queda reducido al ámbito territorial. Esto hace que casi todos los países sean inviables, incapaces de competir con las grandes corporaciones globales. ¿No estamos en el momento ideal para reconfigurar la geopolítica en favor de un nuevo multilateralismo? De hecho, tú siempre afirmas que el futuro se organiza en torno a regiones de al menos 500 millones de habitantes. ¿Cuáles?
CB: La globalización, que durante años se ha construido sobre búsqueda de la eficiencia, está entrando en una nueva fase en la que la clave será la sostenibilidad. Si la nueva normalidad está impulsando una nueva tendencia hacia la ciudad “extendida”, creando nuevos espacios de oportunidad y de vida en entornos rurales, ¿cómo crees que esta tendencia puede afectar al turismo y su capacidad de crear experiencias con emoción? ¿Podría hablarse de nuevas experiencias “glocales”?
(2) MOVILIDAD
FG: Pese al coronavirus, el mundo camina hacia los 15.000 millones de habitantes al final de este siglo. Y todos moviéndose, desde los más a los menos avanzados. Desde el trasiego de palanganas en los arcenes de las pistas africanas hasta el AVE en España. Nuestra sociedad se hace líquida, como aseguraba Zygmunt Bauman, sobrevive y se organiza en constante movimiento. No es solo movilidad urbana, sino interurbana, intercontinental. El paisaje urbano hoy lo conforman las bicicletas y patinetes, pero también los vehículos autónomos que están a punto de rodar, los trenes de alta velocidad, el hyperloop, una nueva generación de aviones supersónicos… Movilidad es, en esencia, turismo. Un mundo más conectado.
CB: Indudablemente, 2020 será un año marcado por la COVID-19 y el turismo es, sin lugar a duda, el sector de actividad económico más afectado. ¿Qué caminos alternativos ves en el sector en lo que queda de año 2020, en el que la incertidumbre es enorme? Esta incertidumbre va a tener una traducción directa en ausencia de actividad, con importantes disminuciones en el volumen de viajes, abriendo nuevos escenarios en los que la colaboración va a ser imprescindible. ¿Cómo crees que la COVID-19 reconfigurará las alianzas público – privadas necesarias para hacer frente a los retos que esta crisis tan particular plantea?
(3) ACELERACIÓN TECNOLÓGICA
FG: La tecnología no es una herramienta, es nuestra esencialidad. Hemos tallado sílex, domesticado el fuego, inventado la rueda, construido pilares, arcos y bóvedas; diseñado la máquina de vapor, descubierto la fuerza gravitacional y sus aplicaciones, la radio, la televisión, Internet. Somos un hecho tecnológico. El turismo nace desde que el movimiento se hace rápido y multitudinario. Y la ecuación más difícil de resolver hoy parece el desfase existente entre el acelerado desarrollo tecnológico y la retardada asimilación intelectual y cultural de todo este potencial científico-técnico, ¿no crees? Porque en la industria del turismo se vive hoy una polarización creciente entre una oferta fuertemente tecnológica y una demanda anclada todavía en hábitos ancestrales adornados con la poesía del “factor humano”. Desde tu visión tecnológica, ¿cómo analizas esta paradoja?
CB: En toda esta situación la tecnología va a jugar un papel clave. Somos conscientes del impacto del uso de tecnologías como la IA, la ciencia de datos, la realidad virtual y aumentada, etc. Pero hoy estamos asistiendo a un nuevo escenario en el que seguridad y salud (podemos incluir aquí el tema de seguros) van a ser dos elementos más importantes aún si cabe en el escenario turístico. Desde esta perspectiva, ¿qué oportunidades crees que se van a abrir en el sector turístico en relación con estos dos aspectos?
(4) AUTOMATIZACIÓN
FG: La inteligencia artificial, la robótica y la automatización progresiva de todos los procesos mecánicos en las empresas va a modificar nuestras rutinas, incluso las del desplazamiento, que tienen todo que ver con la industria del turismo y los viajes. Las infraestructuras y servicios turísticos se irán poco a poco automatizando cada vez más. ¿Hay algún límite? ¿El turista, el ser humano, será algún día un ente automático?
CB: Estamos viendo que la COVID-19 ha supuesto un impulso definitivo en la digitalización de ciertos procesos empresariales. Y, además, ha servido de laboratorio para el teletrabajo. ¿Qué papel consideras que va a jugar la tecnología en la transformación del empleo en el sector?
(5) EL ROL DE LAS PYMES
FG: Según la teoría de la Larga Cola, de Chris Anderson, una o dos empresas globales acabarán siendo hegemónicas en cada uno de los sectores. No son monopolios en su sentido indeseable, pues es precisamente el deseo de los usuarios el que erige a estas empresas en monopolios. Amazon, Google, Facebook y Space X son algunas de ellas. Junto a ello se estira una larga cola de pymes y micropymes fuertemente especializadas en nichos que sustentan el otro 20% de la economía (en España y otros países esas pequeñas empresas son mayoría). Pero ahora surge una nueva economía, denominada la economía del encargo, el trabajo bajo demanda o la más que polémica “economía colaborativa”, que no la conforman las grandes corporaciones, ni las pequeñas empresas, sino particulares eventuales. Las nuevas plataformas que gestionan esta modalidad productiva son disruptivas porque descentralizan y empoderan al usuario/consumidor/ciudadano. ¿Vamos a un modelo más horizontal y menos vertical de la gestión en las empresas? ¿Y en la política?
CB: Todos los negocios se ven obligados a innovar y cambiar sus procesos habituales, así como sus cadenas de valor. ¿De qué forma las distintas normativas y regulaciones entre los distintos países tienen un impacto en la capacidad de innovación de las empresas turísticas?
CB: En muchas ocasiones hablamos del turismo como si fuese un sector único, pero posee una enorme heterogeneidad que incluye distintos actores tales como aeropuertos, hoteles, aerolíneas, agencias de viaje, tour operadores, los nuevos agentes digitales, etc. De estos distintos agentes, ¿cuáles crees que se van a ver menos afectados por la nueva normalidad y cuáles van a tener que apostar por la innovación como solución? En el caso específico de los hoteles.
(6) SOSTENIBILIDAD
FG: Antes comentábamos el rol crucial que iban a jugar la salud y la seguridad en el turismo, factores claves para incentivar el movimiento de los viajeros. ¿No crees que estos factores deberían sumarse al triple balance de la sostenibilidad? Me refiero a la armonización siempre difícil entre la preservación del medio ambiente y la herencia cultural de las sociedades humanas con nuestra exigencia mayoritaria de desarrollo humano, bienestar social y un sistema sanitario a prueba de pandemias.
CB: A pesar del drama que supone la COVID-19, da la sensación de que nos está planteando una serie de desafíos como forma de ensayar para una catástrofe aún mayor. Y creo que todos sabemos que el cambio climático es ese desafío que nos va a poner a prueba como especie. En el ámbito del sector turístico, ¿Qué planes de implementación de los ODS están llevando a cabo las empresas del sector?
Fernando Gallardo |
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