Me extraña que Gabriel Escarrer piense esto
| Vecinos prohibitivos | Camareras voladoras | Derecho al olvido, derecho al recuerdo | Dubai y su RevPar | Agricultura inteligente |
Vuelvo de Mallorca gozoso, como siempre, por el bienestar y el buen vivir que proporciona la isla. Durante el viaje leo unas declaraciones de Gabriel Escarrer, CEO de Meliá, molesto con el imparable auge de los alquileres turísticos, que en solo cuatro años han logrado más capacidad alojativa que en los 60 años de su cadena hotelera. Un dato que a él, como a todos, le hace reflexionar sobre el rol futuro de la hotelería frente a las viviendas turísticas.
Escarrer añade que este crecimiento no lo ha regulado nadie. Y que por tanto, aunque no se opone a Airbnb, el fenómeno hay que regularlo y planificarlo.
Me sorprende mucho esta afirmación de quien preside la cadena hotelera española de mayor alcance internacional. Me extraña que sus asesores no le hayan informado de que en Mallorca, su centro de operaciones, sí está regulada esta actividad y planificada de acuerdo a los criterios que satisfacen a la actual mayoría de gobierno en el archipiélago. Me refiero a la Ley 6/2017, de 31 de julio, de modificación de la Ley 8/2012, de 19 de julio, de Turismo de las Islas Baleares, relativa a la comercialización de estancias turísticas en propiedad residencial (B.O.I.B. No. 93 de 31 de julio de 2017), que quizá él mismo recuerde como Ley de Turismo de Baleares. Una norma que, pese a su carácter intervencionista, dimana de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU).
Lo que me descoloca por completo es la culpabilización que hace de los alquileres turísticos por causar una pérdida de identidad a los cascos antiguos de las ciudades. Subraya Escarrer:
Si te paseas por la Puerta del Sol o las Ramblas no encontrarás madrileños o catalanes, sino a personas con el trolley. Se están cerrando los ultramarinos o las panaderías. El turista viene de juerga, pide tapas o souvenirs y los residentes se sienten incómodos, los alquileres se encarecen y huyen de la ciudad, que pierde así su identidad.
La identidad, como la energía, nunca se pierde. Se transforma. Unos negocios surgen y otros se van, como antaño sucedió con los talabarteros, los cordeleros y los guanteros, los curtidores, los tintoreros, los aladreros, los carboneros y los pizarreros, los boteros y los caldereros, los esparteros, los cardadores de lana y los traperos, los paveros, los afiladores, los maestros relojeros y los moldeadores de fundición en suelo, los faroleros, los pregoneros y los recadistas, los repartidores de hielo, los resineros de afilada azuela, los cenacheros y los cedaceros, los barquilleros, los serenos, los aguadores, los acomodadores, los costaleros y los esportilleros, los voceadores de goleada, los ascensoristas, los limpiabotas, los mozos de cuerda, los cobradores del tranvía, los repartidores del butano… En fin, la lista de oficios es interminable.
Y estarás de acuerdo conmigo, apreciado CEO de Meliá, en que ese paisaje urbano arriba descrito no tenía nada que ver con el actual, más tecnológico, más democrático, más global y más digital. A poco que la realidad nos despierte del ensimismamiento museístico con las antiguas hilanderas de Velázquez o los piconeros de Goya el día anterior a su fusilamiento, es justo reconocer que los cascos urbanos, viejos o modernos, se renuevan conforme se transforma la sociedad, su economía y sus ideales, su tecnología y su manera de vivir, en conjunto. Es lo que hace a las ciudades vivas y vivibles, no pintorescas. El turismo cambia en sí mismo y cambia también todo lo que toca porque es interactivo, no atrabiliario.
Por eso me confunde que alguien con tan altos vuelos empresariales, merecedor de toda mi admiración por sus ideas renovadoras y por aplicar la última tecnología en la satisfacción de sus huéspedes, se muestre algo más rezagado en la comprensión de que el nuevo tejido humano de los cascos urbanos —ya digo, viejos o nuevos— sea el próspero mestizaje entre el residente y el visitante, entre quien permanece más días y quien solo se queda unas horas. Porque todos somos residentes y turistas al mismo tiempo. Y el que no lo sea por carecer de recursos económicos o intelectuales, o es un pobre de solemnidad o es que necesita otro Erasmus.
Fernando Gallardo |
En las redes sociales:
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CAMARERAS VOLADORAS
Al final de una cena exquisita y solo en el momento de servir los postres, a una de las camareras le tembló el pulso e hizo gorgotear el agua mientras servía el vaso. “Diablos, ¿qué ha sucedido?”, enseguida, quienes estábamos en el restaurante, nos enteramos.
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Dubai lleva casi dos años de capa caída en turismo. El nivel de ocupación desciende hasta los registros de 2009 y su RevPar hotelero es el más bajo desde 2003. ¿Flor de una noche de verano o crisis temporal?
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En esta próxima década estarán disponibles los fertilizantes inteligentes que hoy se prueban en los laboratorios para hacer la agricultura más eficiente en el ahorro de recursos hídricos y la programación de las cosechas. Estos nuevos fertilizantes utilizan fuentes de nitrógeno más ecológicas y microorganismos que mejoran la absorción por parte de las plantas, lo que evita efectos agresivos contra el medio ambiente hasta hoy causados por el amoníaco, la urea y la potasa en cultivos abonados al modo tradicional. Sin duda, un paso más hacia la sostenibilidad de la producción de alimentos en el mundo.
↳ #TurismoFuturo: https://www.linkedin.com/feed/update/urn:li:activity:6553569633327169536
#AgriculturaSostenible #CultivosInteligentes #Gastronomia #Longevidad
Tema de debate:
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Las 8 tecnologías esenciales
Essential Eight es la consideración que merecen por parte de los empresarios norteamericanos. Consideración que se traduce por la proclividad de las inversiones hacia estas tecnologías. No sabemos si esta valoración diferiría mucho de las sentidas por los empresarios europeos, aunque sí creemos que el empresariado turístico pone hoy el foco en otras aplicaciones de las mismas tecnologías.
¡Hasta la próxima!
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